2 Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es.
3 Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro.
4 Pero todo el que peca, hace maldad; porque el pecado es la maldad.
5 Ustedes ya saben que Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados, y que él no tiene pecado alguno.
6 Así pues, todo el que permanece unido a él, no sigue pecando; pero todo el que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido.
7 Hijitos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él es justo;
8 pero el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Precisamente para esto ha venido el Hijo de Dios: para deshacer lo hecho por el diablo.