12 De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y una ciudad muy importante de esa parte de Macedonia. Allí estuvimos algunos días.
13 El sábado salimos a las afueras de la ciudad, junto al río, donde pensamos que había un lugar de oración de los judíos. Nos sentamos y hablamos del evangelio a las mujeres que se habían reunido.
14 Una de ellas se llamaba Lidia; era de la ciudad de Tiatira y vendía telas finas de púrpura. A esta mujer, que adoraba a Dios y que estaba escuchando, el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía.
15 Fue bautizada, junto con toda su familia, y después nos rogó:—Si ustedes juzgan que de veras soy creyente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa.Y nos obligó a quedarnos.
16 Sucedió una vez, cuando íbamos al lugar de oración, que encontramos a una muchacha poseída por un espíritu de adivinación. Era una esclava que, adivinando, daba a ganar mucho dinero a sus amos.
17 Esta muchacha comenzó a seguirnos a Pablo y a nosotros, gritando:—¡Estos hombres son servidores del Dios altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación!
18 Esto hizo durante muchos días, hasta que Pablo, ya molesto, terminó por volverse y decirle al espíritu que la poseía:—En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella.En aquel mismo momento el espíritu la dejó.