12 Un día, estando Jesús en un pueblo, llegó un hombre enfermo de lepra; al ver a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le rogó:—Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
13 Jesús lo tocó con la mano, diciendo:—Quiero. ¡Queda limpio!Al momento se le quitó la lepra al enfermo,
14 y Jesús le ordenó:—No se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.
15 Sin embargo, la fama de Jesús aumentaba cada vez más, y mucha gente se juntaba para oírlo y para que curara sus enfermedades.
16 Pero Jesús se retiraba a orar a lugares donde no había nadie.
17 Un día en que Jesús estaba enseñando, se habían sentado por allí algunos fariseos y maestros de la ley venidos de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor se mostraba en Jesús sanando a los enfermos.
18 Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a uno que estaba paralítico. Querían llevarlo adentro de la casa y ponerlo delante de Jesús,