8 Hablaba así porque Jesús le había dicho:—¡Espíritu impuro, deja a ese hombre!
9 Jesús le preguntó:—¿Cómo te llamas?Él contestó:—Me llamo Legión, porque somos muchos.
10 Y rogaba mucho a Jesús que no enviara los espíritus fuera de aquella región.
11 Y como cerca de allí, junto al cerro, había gran número de cerdos comiendo,
12 los espíritus le rogaron:—Mándanos a los cerdos y déjanos entrar en ellos.
13 Jesús les dio permiso, y los espíritus impuros salieron del hombre y entraron en los cerdos. Éstos, que eran unos dos mil, echaron a correr pendiente abajo hasta el lago, y allí se ahogaron.
14 Los que cuidaban de los cerdos salieron huyendo, y fueron a contar en el pueblo y por los campos lo sucedido. La gente acudió a ver lo que había pasado.