3 Algunos maestros de la ley pensaron: «Lo que éste ha dicho es una ofensa contra Dios.»
4 Pero como Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, les preguntó:—¿Por qué tienen ustedes tan malos pensamientos?
5 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”?
6 Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.Entonces le dijo al paralítico:—Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
7 El paralítico se levantó y se fue a su casa.
8 Al ver esto, la gente tuvo miedo y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres.
9 Jesús se fue de allí y vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo:—Sígueme.Entonces Mateo se levantó y lo siguió.