16 Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para ser sanados. La oración fervorosa del justo tiene mucho poder.
17 El profeta Elías era un hombre como nosotros, y cuando oró con fervor pidiendo que no lloviera, dejó de llover sobre la tierra durante tres años y medio.
18 Después, cuando oró otra vez, volvió a llover, y la tierra dio su cosecha.
19 Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver,
20 sepan ustedes que cualquiera que hace volver al pecador de su mal camino, lo salva de la muerte y hace que muchos pecados sean perdonados.