2 Porque has convertido la ciudad en un montón de escombros, la ciudad fortificada, en una ruina; el palacio de extranjeros ya no es ciudad, nunca será reedificado.
3 Por eso te glorificará un pueblo fuerte, ciudades de crueles naciones te reverenciarán.
4 Porque tú has sido baluarte para el desvalido, baluarte para el necesitado en su angustia, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor; pues el aliento de los crueles es como turbión contra el muro.
5 Como calor durante la sequía, tú aquietas el estruendo de los extranjeros; como el calor a la sombra de una nube, es acallado el cántico de los tiranos.
6 Y el Señor de los ejércitos preparará en este monte para todos los pueblos un banquete de manjares suculentos, un banquete de vino añejo, pedazos escogidos con tuétano, y vino añejo refinado.
7 Y destruirá en este monte la cobertura que cubre todos los pueblos, el velo que está extendido sobre todas las naciones.
8 El destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque el Señor ha hablado.