5 Porque aun la cierva en el campo ha parido, pero abandona su cría porque no hay hierba.
6 Y los asnos monteses se paran en las alturas desoladas, jadeando por aire como chacales; desfallecen sus ojos porque no hay vegetación.
7 Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Señor, obra por amor de tu nombre. En verdad han sido muchas nuestras apostasías, contra ti hemos pecado.
8 Tú, esperanza de Israel, Salvador suyo en tiempo de angustia, ¿por qué has de ser como forastero en la tierra, o como caminante que ha plantado su tienda para pasar la noche?
9 ¿Por qué has de ser como hombre desalentado, como guerrero incapaz de salvar? Sin embargo tú estás en medio nuestro, oh Señor, y por tu nombre somos llamados; ¡no nos abandones!
10 Así dice el Señor de este pueblo: ¡Cómo les ha gustado vagar! No han refrenado sus pies. El Señor, pues, no los acepta; ahora se acordará El de su iniquidad y castigará sus pecados.
11 Y el Señor me dijo: No ruegues por el bienestar de este pueblo.