4 Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla.
5 Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
6 ¿No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero?--declara el Señor. He aquí, como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.
7 En un momento yo puedo hablar contra una nación o contra un reino, de arrancar, de derribar y de destruir;
8 pero si esa nación contra la que he hablado se vuelve de su maldad, me arrepentiré del mal que pensaba traer sobre ella.
9 Y de pronto puedo hablar acerca de una nación o de un reino, de edificar y de plantar;
10 pero si hace lo malo ante mis ojos, no obedeciendo mi voz, entonces me arrepentiré del bien con que había prometido bendecirlo.