19 El hombre es castigado también con dolor en su lecho, y con queja continua en sus huesos,
20 para que su vida aborrezca el pan, y su alma el alimento favorito.
21 Su carne desaparece a la vista, y sus huesos que no se veían, aparecen.
22 Entonces su alma se acerca a la fosa, y su vida a los que causan la muerte.
23 Si hay un ángel que sea su mediador, uno entre mil, para declarar al hombre lo que es bueno para él,
24 y que tenga piedad de él, y diga: "Líbralo de descender a la fosa, he hallado su rescate";
25 que su carne se vuelva más tierna que en su juventud, que regrese a los días de su vigor juvenil.