22 ciertamente todos los que han visto mi gloria y las señales que hice en Egipto y en el desierto, y que me han puesto a prueba estas diez veces y no han oído mi voz,
23 no verán la tierra que juré a sus padres, ni la verá ninguno de los que me desdeñaron.
24 Pero a mi siervo Caleb, porque ha habido en él un espíritu distinto y me ha seguido plenamente, lo introduciré a la tierra donde entró, y su descendencia tomará posesión de ella.
25 Ahora bien, los amalecitas y los cananeos moran en los valles. Mañana volveos y partid para el desierto, camino del mar Rojo.
26 Y habló el Señor a Moisés y a Aarón, diciendo:
27 ¿Hasta cuándo tendré que sobrellevar a esta congregación malvada que murmura contra mí? He oído las quejas de los hijos de Israel, que murmuran contra mí.
28 Diles: "Vivo yo"--declara el Señor-- "que tal como habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros.