5 hubieran pasado entonces sobre nuestra alma las aguas impetuosas.
6 Bendito sea el Señor, que no nos ha entregado como presa de los dientes de ellos.
7 Nuestra alma ha escapado cual ave del lazo de los cazadores; el lazo se rompió y nosotros escapamos.
8 Nuestro socorro está en el nombre del Señor, que hizo los cielos y la tierra.