6 De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el otro extremo de ellos; y nada hay que se esconda de su calor.
7 La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo.
8 Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos.
9 El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos;
10 deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal.
11 Además, tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa.
12 ¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme de los que me son ocultos.