4 Cuán bienaventurado es el que tú escoges, y acercas a ti , para que more en tus atrios. Seremos saciados con el bien de tu casa, tu santo templo.
5 Con grandes prodigios nos respondes en justicia, oh Dios de nuestra salvación, confianza de todos los términos de la tierra, y del más lejano mar;
6 tú, el que afirma los montes con su poder, ceñido de potencia;
7 el que calma el rugido de los mares, el estruendo de las olas, y el tumulto de los pueblos.
8 Por eso los que moran en los confines de la tierra temen tus obras, tú haces cantar de júbilo a la aurora y al ocaso.
9 Tú visitas la tierra y la riegas en abundancia, en gran manera la enriqueces; el río de Dios rebosa de agua; tú les preparas su grano, porque así preparas la tierra.
10 Riegas sus surcos abundantemente, allanas sus camellones, la ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.