1 Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza.
2 Y sucederá aquel día--declara el Señor de los ejércitos-- que eliminaré de la tierra los nombres de los ídolos, y nunca más serán recordados; también yo quitaré de la tierra a los profetas y al espíritu inmundo.
3 Y sucederá que si alguno profetiza todavía, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: "No vivirás porque has hablado falsamente en el nombre del Señor"; y su padre y su madre que lo engendraron lo traspasarán mientras profetiza.
4 También sucederá aquel día que los profetas se avergonzarán cada uno de su visión cuando profetice, y no se vestirán el manto de pelo para engañar,
5 sino que cada uno dirá: "No soy profeta, soy labrador de la tierra, porque un hombre me vendió como esclavo en mi juventud."
6 Y alguien le dirá: "¿Qué son esas heridas en tu cuerpo?" Y él responderá: "Son aquéllas con que fui herido en casa de mis amigos."