4 También sucederá aquel día que los profetas se avergonzarán cada uno de su visión cuando profetice, y no se vestirán el manto de pelo para engañar,
5 sino que cada uno dirá: "No soy profeta, soy labrador de la tierra, porque un hombre me vendió como esclavo en mi juventud."
6 Y alguien le dirá: "¿Qué son esas heridas en tu cuerpo?" Y él responderá: "Son aquéllas con que fui herido en casa de mis amigos."
7 Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre compañero mío --declara el Señor de los ejércitos. Hiere al pastor y se dispersarán las ovejas, y volveré mi mano contra los pequeños.
8 Y sucederá en toda la tierra --declara el Señor-- que dos partes serán cortadas en ella, y perecerán; pero la tercera quedará en ella.
9 Y meteré la tercera parte en el fuego, los refinaré como se refina la plata, y los probaré como se prueba el oro. Invocará él mi nombre, y yo le responderé; diré: "El es mi pueblo", y él dirá: "El Señor es mi Dios."