1 Por tanto, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2 Aceptadnos en vuestro corazón; a nadie hemos ofendido, a nadie hemos corrompido, de nadie hemos tomado ventaja.
3 No hablo para condenaros; porque he dicho antes que estáis en nuestro corazón para morir juntos y para vivir juntos.
4 Mucha es mi confianza en vosotros, tengo mucho orgullo de vosotros, lleno estoy de consuelo y sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción.
5 Pues aun cuando llegamos a Macedonia, nuestro cuerpo no tuvo ningún reposo, sino que nos vimos atribulados por todos lados: por fuera, conflictos; por dentro, temores.