8 Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes.
9 Porque esta es una palabra de promesa: Por este tiempo volvere, y Sara tendra un hijo.
10 Y no sólo esto , sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac
11 (porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama),
12 se le dijo a ella: El mayor servira al menor.
13 Tal como está escrito: A Jacob ame, pero a Esau aborreci.
14 ¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo!