30 Hoy mismo voy a cumplir lo que te juré ante el Señor, Dios de Israel, cuando te prometí que tu hijo Salomón me sucedería como rey y se sentaría en el trono en mi lugar.
31 Betsabé se inclinó rostro en tierra, hizo una reverencia al rey y dijo:— ¡Viva siempre mi señor, el rey David!
32 Luego David ordenó:— Llámenme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías, el hijo de Joyadá.Ellos se presentaron ante el rey
33 y él les dijo:— Tomen con ustedes a los servidores reales, suban a Salomón en mi propia mula y llévenlo a Guijón.
34 Una vez allí, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo consagrarán como rey de Israel. Entonces tocarán la trompeta y gritarán: “¡Viva el rey Salomón!”.
35 Luego subirán tras él, y cuando llegue aquí se sentará en mi trono y empezará a reinar en mi lugar, pues lo he designado jefe de Israel y de Judá.
36 Benaías, el hijo de Joyadá, respondió al rey:— ¡Amén! Que así lo decrete el Señor, Dios de mi señor, el rey.