2 le salió al encuentro el profeta Jehú, hijo de Jananí, para decirle:— ¿Así que ayudas al malvado y amas a los que odian al Señor? Por eso, te ha castigado el Señor.
3 Sin embargo, también tienes cosas buenas a tu favor, pues has quemado los postes sagrados del país y has puesto todo tu empeño en seguir a Dios.
4 Aunque Josafat residía en Jerusalén, volvió a visitar al pueblo desde Berseba hasta la serranía de Efraín, con la intención de convertirlo al Señor, Dios de sus antepasados;
5 nombró también jueces en todas y cada una de las ciudades fortificadas del territorio de Judá,
6 y les dio estas órdenes:— Miren bien lo que hacen, porque no administran la justicia humana, sino la justicia del Señor, que estará con ustedes cuando dicten sentencia.
7 Por tanto, respeten al Señor y tengan cuidado con lo que hacen, porque el Señor nuestro Dios no tolera corrupciones, ni favoritismos, ni sobornos.
8 Josafat designó también en Jerusalén a algunos levitas, sacerdotes y cabezas de familia israelitas para administrar la justicia del Señor y para dirimir pleitos. Residían en Jerusalén