42 y le suplicaron que les perdonara todo pecado cometido. El esforzado Judas exhortó a todos a que se mantuvieran limpios de pecado, puesto que con sus propios ojos acababan de ver cómo algunos habían caído en la lucha a causa de su pecado.
43 Después hizo una colecta entre sus soldados. Reunió unas dos mil dracmas que envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hizo así una acción recta y noble, con el pensamiento puesto en la resurrección,
44 pues si él no hubiera creído en que aquellos soldados muertos iban a resucitar, habría sido innecesario y superfluo orar por ellos.
45 Pero como estaba convencido de que, a quienes mueren piadosamente, les está reservada una gran recompensa, ordenó que se hiciera este sacrificio para que a los muertos les fueran perdonados sus pecados.