3 Menelao se unió a ellos, tratando de adular a Antíoco con mucha astucia; no pensaba en la salvación de su patria, sino en ser restablecido en el poder.
4 Pero el que es Rey de reyes provocó la cólera de Antíoco contra aquel malvado, y Lisias demostró al rey que Menelao era el causante de todos los males. Entonces ordenó el rey que llevaran a Menelao a Berea, para que le quitaran la vida conforme a las costumbres del lugar.
5 Hay allí una torre cuya altura es de unos veinticinco metros, llena de cenizas ardientes y provista de un aparato giratorio inclinado por todos los lados hacia la ceniza.
6 Cuando alguien comete un robo sacrílego o es autor de algún crimen horrendo, lo ejecutan arrojándolo desde allí.
7 Así murió el malvado Menelao, sin ni siquiera recibir sepultura en la tierra.
8 Ese castigo fue el que merecían sus muchos delitos cometidos contra el altar, cuyo fuego y ceniza son sagrados. Y de esa forma encontró la muerte en la ceniza.
9 El rey seguía su marcha con la brutal intención de infligir a los judíos mayores sufrimientos que los causados por su padre.