5 Hay allí una torre cuya altura es de unos veinticinco metros, llena de cenizas ardientes y provista de un aparato giratorio inclinado por todos los lados hacia la ceniza.
6 Cuando alguien comete un robo sacrílego o es autor de algún crimen horrendo, lo ejecutan arrojándolo desde allí.
7 Así murió el malvado Menelao, sin ni siquiera recibir sepultura en la tierra.
8 Ese castigo fue el que merecían sus muchos delitos cometidos contra el altar, cuyo fuego y ceniza son sagrados. Y de esa forma encontró la muerte en la ceniza.
9 El rey seguía su marcha con la brutal intención de infligir a los judíos mayores sufrimientos que los causados por su padre.
10 Cuando Judas lo supo, ordenó a los suyos que invocaran al Señor día y noche, para que siguiera ayudándolos y no quedaran privados de la ley, la patria y el santo Templo;
11 y también para que el pueblo, que comenzaba a reanimarse, no cayera en manos de paganos blasfemos.