7 Así murió el malvado Menelao, sin ni siquiera recibir sepultura en la tierra.
8 Ese castigo fue el que merecían sus muchos delitos cometidos contra el altar, cuyo fuego y ceniza son sagrados. Y de esa forma encontró la muerte en la ceniza.
9 El rey seguía su marcha con la brutal intención de infligir a los judíos mayores sufrimientos que los causados por su padre.
10 Cuando Judas lo supo, ordenó a los suyos que invocaran al Señor día y noche, para que siguiera ayudándolos y no quedaran privados de la ley, la patria y el santo Templo;
11 y también para que el pueblo, que comenzaba a reanimarse, no cayera en manos de paganos blasfemos.
12 De modo unánime cumplieron todos la orden y, durante tres días, no dejaron de rogar al Señor entre lamentos, ayunos y oraciones. Entonces Judas los exhortó y les mandó que se mantuvieran junto a él.
13 Después de haberse reunido en consulta con los ancianos, decidió tomar la iniciativa, con la ayuda del Señor, y no esperar a que las tropas del rey invadieran Judea y se apoderasen de Jerusalén.