40 pensaba que tal arresto significaría un duro golpe para ellos.
41 Pero cuando los soldados estaban ya a punto de penetrar en la torre donde Razis se encontraba y, tratando de forzar la puerta de entrada, iban a prender fuego a la torre y a quemar las puertas según las órdenes recibidas, Razis, viéndose acorralado, se arrojó sobre su propia espada.
42 Prefirió morir con nobleza antes que caer en manos de aquellos criminales y soportar sus indignos ultrajes.
43 Pero por causa de lo precipitado de la lucha, el golpe le falló y no fue mortal. Entonces, cuando ya los soldados estaban entrando por las puertas, se subió valerosamente a lo alto de la muralla y se lanzó con gran valor sobre la tropa.
44 Los soldados, al verlo, se apartaron rápidamente y él vino a dar en el espacio vacío.
45 Todavía respirando y lleno de ardor, se puso en pie y, sangrando por todas partes, pasó por medio de los soldados, se subió a una roca elevada,
46 y allí, casi desangrado, se arrancó las entrañas, las tomó con ambas manos y las arrojó sobre la tropa. De esta forma murió, pidiendo al Señor de la vida y del espíritu que un día se las devolviera.