28 Una vez terminada la lucha, al retirarse llenos de alegría, descubrieron a Nicanor, tendido en tierra con toda su armadura.
29 Entonces, entre gritos y clamores, bendecían al Señor en su lengua materna.
30 Y Judas, que se había entregado por entero, en cuerpo y alma, a combatir en primera línea en favor de sus conciudadanos, y que desde su juventud mantenía el afecto por sus compatriotas, ordenó que le cortaran a Nicanor la cabeza y el brazo derecho hasta el hombro, y que los llevaran a Jerusalén.
31 Al llegar Judas allí, convocó a sus compatriotas y a los sacerdotes, y puesto delante del altar mandó llamar a los de la ciudadela
32 y les mostró la cabeza del malvado Nicanor y la mano que aquel blasfemo, en el colmo de su arrogancia, había osado levantar contra el santo Templo del Todopoderoso.
33 Después ordenó que al impío Nicanor le cortaran la lengua en pedazos y se la arrojaran a los pájaros y que colgaran su brazo delante del Templo en pago de su insensatez.
34 Todos, mirando al cielo, alabaron así al Señor que se les había manifestado:— ¡Bendito sea aquel que ha preservado sin mancha su morada!