6 Delirando de soberbia, se propuso Nicanor levantar un monumento público con los despojos que pensaba arrebatar a Judas y los suyos.
7 Pero en ningún momento el Macabeo dejó de confiar en el Señor y de esperar su ayuda;
8 exhortaba a los suyos a que no temieran el ataque de los paganos, sino que tuvieran presente el auxilio que en otro tiempo habían recibido del cielo; también ahora el Señor todopoderoso les daría la victoria.
9 Les infundía aliento con las palabras de la ley y los profetas, y los animaba recordándoles los combates que antes habían sostenido.
10 De esta manera los llenaba de valor, y al mismo tiempo les hacía ver la perfidia de los paganos y la transgresión de sus juramentos.
11 Después de haberlos armado, más con aquellos discursos de aliento que con la seguridad de los escudos y las lanzas, les relató un sueño digno de crédito que había tenido y que los llenó de alegría.
12 Este fue el sueño: Onías, el que había sido sumo sacerdote, hombre de bien, modesto, de carácter dulce y hablar mesurado, ejercitado desde niño en la práctica de la virtud, oraba con las manos alzadas en favor de todo el pueblo judío.