5 Al llegar allí, Jeremías encontró una cueva cuya entrada tapó después de haber guardado en ella la Tienda, el arca y el altar del incienso.
6 Más tarde, algunos de sus acompañantes volvieron para poner señales en la senda, pero no lograron dar con ella.
7 Cuando lo supo Jeremías, les reprendió en estos términos: ‘Ese lugar debe permanecer ignorado, hasta que Dios se apiade de su pueblo y lo reúna de nuevo.
8 Entonces el Señor lo pondrá todo al descubierto: la gloria del Señor se manifestará y se mostrará en la nube, como se mostró en tiempos de Moisés y cuando Salomón oró pidiendo que el Templo fuera solemnemente consagrado’.
9 También se decía en el documento que Salomón, lleno de sabiduría, ofreció el sacrificio de dedicación una vez que el Templo estuvo terminado.
10 Y sucedió que, así como Moisés oró al Señor y bajó del cielo un fuego que devoró el sacrificio, también Salomón oró, y del cielo bajó un fuego que consumió los holocaustos.
11 Moisés había dicho: ‘Como no se comió el sacrificio ofrecido por el pecado, el fuego lo ha consumido’.