26 ya que era la víspera del sábado y no podían continuar la persecución.
27 Una vez recogidas las armas y el botín de los enemigos celebraron el sábado, alabando al Señor y dándole gracias por haberlos salvado aquel día y haber comenzado a mostrarles su misericordia.
28 Pasado el sábado, dieron parte del botín a las víctimas de la persecución: las viudas y los huérfanos. El resto lo repartieron entre ellos y sus hijos.
29 Después, todos juntos oraron, suplicando al Señor misericordioso que se reconciliara plenamente con sus siervos.
30 Después de esto, combatiendo contra Timoteo y Báquides, les causaron más de veinte mil bajas y se apoderaron de importantes fortificaciones situadas sobre los montes. Luego dividieron en partes iguales el gran botín conseguido y lo distribuyeron entre ellos y las víctimas de la persecución, a saber: los huérfanos, las viudas y los ancianos.
31 Recogieron las armas abandonadas por sus enemigos y las depositaron en sitios estratégicos. El resto del botín lo llevaron a Jerusalén.
32 Mataron también al jefe de escolta de Timoteo, un individuo impío que había hecho sufrir mucho a los judíos.