28 Y estén atentos, pues yo estaré esperando en los pasos del desierto hasta que me llegue alguna información de ustedes.
29 Sadoc y Abiatar regresaron a Jerusalén con el Arca de Dios y se quedaron allí.
30 Cuando David subía la cuesta de los olivos, iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. La gente que lo acompañaba llevaba también la cabeza cubierta y subía llorando.
31 Entonces informaron a David que Ajitófel formaba parte de la conspiración de Absalón, y David suplicó:— Confunde, Señor, los consejos de Ajitófel.
32 Cuando David llegó a la cumbre, lugar donde se daba culto a Dios, le salió al encuentro Jusay, el arquita, con la túnica rasgada y la cabeza llena de tierra.
33 David le dijo:— Si te vienes conmigo, sólo serás una carga para mí.
34 Pero si le dices a Absalón: “Majestad, soy tu servidor. He sido servidor de tu padre y a partir de ahora, seré tu servidor”, me ayudarás a hacer fracasar los consejos de Ajitófel.