26 Entonces Moisés se plantó en la puerta del campamento y gritó:— ¡Que se pongan a mi lado los que están de parte del Señor!Y todos los levitas se le unieron.
27 Él les dijo:— Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: Que cada uno se ciña su espada al muslo, recorra el campamento y vaya de puerta en puerta matando a los culpables sin tener en cuenta si es su hermano, su amigo o su vecino.
28 Los levitas cumplieron la orden de Moisés y aquel día murieron unos tres mil hombres del pueblo.
29 Moisés les dijo:— Hoy el Señor los bendice y los constituye sus sacerdotes, pues lo han preferido a sus propios hijos y hermanos.
30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo:— Han cometido un pecado gravísimo; no obstante voy a subir adonde está el Señor, a ver si logro que los perdone.
31 Volvió Moisés adonde estaba el Señor, y le dijo:— Sin duda que este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro.
32 Pero te ruego que les perdones su pecado; si no lo haces, bórrame del libro donde nos tienes inscritos.