7 Entonces el Señor le dijo:— Ahora vuelve a meter tu mano en el pecho.Él la volvió a meter y, cuando la sacó, estaba tan sana como el resto del cuerpo.
8 — Si no te creen ni te hacen caso con el primer prodigio, te creerán con el segundo;
9 pero si no te creen ni te hacen caso con ninguno de estos dos prodigios, toma agua del río, derrámala por el suelo y el agua se convertirá en sangre.
10 Moisés insistió:— Señor, yo no tengo facilidad de palabra, y esto no me ocurre sólo ahora que estás hablando con tu siervo, sino que me viene de antes; soy poco elocuente y se me traba la lengua.
11 El Señor le respondió:— ¿Quién le ha dado la boca al ser humano? ¿Quién hace al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿Acaso no he sido yo, el Señor?
12 Por tanto, vete. Yo estaré en tu boca cuando hables y te indicaré lo que tienes que decir.
13 Moisés volvió a replicar:— ¡Por favor, Señor, envía a cualquier otro!