16 Judá respondió:— ¿Qué podemos responder a nuestro señor? ¿Qué palabras pronunciar? ¿Cómo podremos probar nuestra inocencia? Dios ha puesto al descubierto la culpa de tus siervos. Seremos tus esclavos, mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa.
17 Pero José dijo:— ¡Lejos de mí hacer tal cosa! Sólo aquel en cuyo poder fue hallada la copa será mi esclavo. Los demás pueden regresar tranquilos a casa de su padre.
18 Entonces Judá se acercó a José y le dijo:— Te ruego, mi señor, que permitas a este siervo tuyo hablarte en privado, sin que te enfades conmigo, porque tú eres como el faraón.
19 Cuando mi señor nos preguntó si todavía teníamos padre o algún hermano,
20 nosotros contestamos a mi señor que teníamos un padre anciano y un hijo que le nació ya en su vejez. Nuestro padre quiere muchísimo a este hijo porque es el único que le queda de la misma madre, ya que el otro murió.
21 Entonces, mi señor, nos pediste que lo trajéramos, porque querías verlo.
22 Nosotros dijimos a mi señor que el joven no podía dejar a su padre porque, si lo hacía, el padre moriría.