9 Deben, pues, cumplir mis normas para no incurrir en pecado y tener que morir por haberlas profanado. Yo, el Señor, soy el que los santifico.
10 Ningún extraño comerá de las ofrendas sagradas: ni el huésped del sacerdote ni el jornalero podrán comerlas.
11 Pero cuando el sacerdote compre algún esclavo, este podrá comer de ellas, así como también podrá comer de su alimento el nacido en su casa.
12 La hija del sacerdote que se case con un extraño no podrá comer de las ofrendas sagradas.
13 Pero si la hija del sacerdote es viuda o divorciada, no tiene hijos y ha regresado a la casa de su padre, podrá comer de los alimentos de su padre, como cuando era joven. ¡Pero que ningún extraño coma de las ofrendas sagradas!
14 Y el que por equivocación coma de las ofrendas sagradas, deberá resarcir al sacerdote añadiendo una quinta parte del valor de la ofrenda sagrada.
15 Pero los sacerdotes no profanarán las ofrendas sagradas de los israelitas reservadas al Señor;