21 Y no puede el ojo decirle a la mano: “No te necesito”. Como tampoco puede la cabeza decir a los pies: “No los necesito”.
22 Al contrario, cuanto más frágil parece un miembro, más imprescindible es,
23 y rodeamos de especial cuidado aquellas partes que menos parecerían merecerlo. Asimismo, tratamos con mayor decoro las que consideramos más indecorosas,
24 pues las que en sí mismas son decorosas no necesitan especial cuidado. Dios mismo ha organizado el cuerpo dando más honor a lo que menos parece tenerlo,
25 a fin de que no existan divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros por igual se preocupen unos de otros.
26 Y así, cuando un miembro sufre, todos sufren con él, y cuando recibe una especial distinción, todos comparten su alegría.
27 Ustedes forman el cuerpo de Cristo, y cada uno por separado constituye un miembro.