21 Pues si por un hombre vino la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos.
22 En efecto, del mismo modo que, al compartir la naturaleza de Adán, toda la humanidad está sujeta a la muerte, en cuanto injertados en Cristo, todos retornarán a la vida.
23 Pero cada uno en el puesto que le corresponda: Cristo en primer lugar como anticipo; después los que pertenecen a Cristo, el día de su gloriosa manifestación.
24 Entonces será el momento final, cuando, aniquiladas todas las potencias enemigas, Cristo entregue el reino a Dios Padre.
25 Mientras tanto, es preciso que Cristo reine hasta que Dios ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies.
26 Y como a último enemigo, destruirá a la muerte,
27 porque Dios todo lo sometió debajo de sus pies. Bien entendido que, cuando la Escritura dice que “todo le ha sido sometido”, no incluye a Dios, que es quien se lo sometió.