1 ¡Miren qué amor tan inmenso el del Padre, que nos proclama y nos hace ser hijos suyos! Si el mundo nos ignora, es porque no conoce a Dios.
2 Ahora, queridos, somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que el día en que se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
3 Esta esperanza que hemos puesto en él es la que nos va perfeccionando, como él es perfecto.
4 Todo el que peca quebranta la ley, pues el pecado consiste en conculcar la ley.
5 Y saben que Jesucristo, en quien no hay pecado, vino a borrar nuestros pecados.
6 Quien permanece unido a él no comete pecado; quien sigue pecando, es que no lo ha visto ni conocido.
7 Hijos míos, que nadie los engañe; el que practica el bien* es justo, como Jesús es justo.