9 y ninguno que sea hijo de Dios puede seguir pecando, porque Dios es su Padre, y la vida misma de Dios alienta en él.
10 En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: quien no practica el bien ni ama al hermano, no es hijo de Dios.
11 Desde el principio han escuchado ustedes el anuncio de amarse unos a otros.
12 No como Caín, quien, por ser del maligno, asesinó a su hermano. Y ¿por qué lo asesinó? Pues porque sus acciones eran malas, y las de su hermano, en cambio, eran buenas.
13 No se extrañen, hermanos, si el mundo los aborrece.
14 Sabemos que por amar a nuestros hermanos hemos pasado de la muerte a la vida, mientras que quien no ama sigue muerto.
15 Odiar al hermano es como darle muerte, y deben saber que ningún asesino tiene dentro de sí vida eterna.