7 Claro que así la autenticidad de la fe que ustedes profesan —de más valor que el oro, que no deja de ser caduco aunque sea acrisolado por el fuego— será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo,
8 a quien aman y en quien confían aun sin haberlo visto. Ustedes se alegrarán, con un gozo inenarrable y radiante,
9 al recibir la salvación, meta de la fe.
10 Acerca de esta salvación indagaron e investigaron los profetas cuando anunciaban los bienes que Dios tenía destinados para ustedes.
11 Pretendían así averiguar a qué persona y a qué tiempo se refería el Espíritu de Cristo, que alentaba en ellos, cuando anunciaba de antemano lo que Cristo había de sufrir y la gloria que seguiría a tales sufrimientos.
12 Y se les reveló que lo que ahora les anuncian a ustedes quienes les proclaman el mensaje evangélico con la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo, lo llevan a cabo no en su provecho, sino en el de ustedes. Anuncio este que los mismos ángeles están deseando contemplar.
13 Tengan, pues, a punto la mente; no se dejen seducir y pongan toda la esperanza en el don que les traerá la manifestación de Jesucristo.