1 Es esta una palabra digna de crédito*: quien aspira al episcopado, aspira a una noble tarea.
2 Ahora bien, es preciso que el obispo*, sea un hombre sin tacha, casado una sola vez. Debe ser sobrio, equilibrado, cortés, hospitalario, con capacidad para enseñar.
3 No ha de ser borracho ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico y desinteresado.
4 Que sepa gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos con autoridad y pleno equilibrio,
5 pues quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de Dios?