5 El que estaba sentado en el trono anunció:— Voy a hacer nuevas todas las cosas.Y añadió:— Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!
6 Finalmente, me dijo:— ¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida.
7 Al vencedor le reservo esta herencia: yo seré su Dios y él será mi hijo.
8 Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los embaucadores están destinados al lago ardiente de fuego y azufre, es decir, a la segunda muerte.
9 Uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas con las siete últimas calamidades, se acercó a mí y me dijo:— ¡Ven! Quiero mostrarte la novia, la esposa del Cordero.
10 Me llevó, pues, en visión a una montaña altísima. Allí me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo enviada por Dios,
11 resplandeciente de gloria divina. Su brillo era como el de una piedra preciosa deslumbrante, como el del jaspe cristalino.