22 Ahora, en cambio, por la muerte que Cristo ha sufrido en su cuerpo mortal, Dios ha hecho la paz con ustedes para admitirlos en su presencia como a pueblo consagrado, sin mancha y sin tacha.
23 Es necesario, sin embargo, que permanezcan sólidamente firmes e inconmovibles en la fe y que no traicionen la esperanza contenida en el mensaje evangélico que escucharon y que ha sido proclamado a todas las criaturas que se encuentran bajo el cielo, y del que yo, Pablo, me he convertido en servidor.
24 Ahora me alegro de sufrir por ustedes. Así voy completando en mi existencia corporal, y en favor del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, lo que aún falta al total de las tribulaciones cristianas.
25 Dios me ha hecho servidor de esa Iglesia y me ha confiado la tarea de llevar a plenitud en ustedes su palabra:
26 el plan secreto* que Dios tuvo escondido durante siglos y generaciones enteras, y que ahora Dios ha revelado a los creyentes,
27 dándoles a conocer la gloria y la riqueza que este plan encierra para los paganos. Me refiero a Cristo, que vive en ustedes y es la esperanza de la gloria.
28 A este Cristo anunciamos*, corrigiendo y enseñando a todos con el mayor empeño para que todos alcancen la plena madurez en su vida cristiana.