10 Y dice también: Tú, Señor, pusiste al comienzo los cimientos de la tierra, y hechura de tus manos son los cielos.
11 Ellos perecerán; tú, en cambio, permaneces. Como traje que envejece serán todos;
12 como si de un manto se tratara, los doblarás y como ropa que se muda cambiarán. Pero tú eres siempre el mismo y tus años no tendrán fin.
13 ¿A qué ángel, en fin, dijo alguna vez: Siéntate junto a mí hasta que yo ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
14 ¿No son todos ellos espíritus enviados con la función de servir a los que han de heredar la salvación?