6 La noche anterior al día en que Herodes se proponía someterlo a juicio público, Pedro dormía entre dos soldados, atado con dos cadenas, mientras unos centinelas custodiaban la puerta de la cárcel.
7 De repente apareció un ángel del Señor y un resplandor inundó la celda. El ángel tocó a Pedro en el costado, para despertarlo, y le dijo:— ¡Rápido, levántate!Y al instante cayeron las cadenas de sus muñecas.
8 El ángel volvió a hablarle:— Ajústate el cinturón y cálzate.Hecho esto, le dijo:— Ponte la capa y sígueme.
9 Pedro fue tras él, sin saber con certeza si lo del ángel era o no real; a él le parecía todo un sueño.
10 Pasaron el primer puesto de guardia, luego el segundo y, por fin, llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle, la cual se abrió sola ante ellos. Ya en el exterior, caminaron un trecho y, sin más, el ángel desapareció de su lado.
11 Pedro entonces volvió en sí y exclamó:— Ahora me doy cuenta de que el Señor ha enviado su ángel para librarme de las garras de Herodes y de la trama organizada contra mí por el pueblo judío.
12 Después de orientarse, se encaminó hacia la casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde había muchas personas reunidas en oración.