25 Les aseguro que está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan volverán a la vida.
26 Pues lo mismo que el Padre tiene la vida en sí mismo, también le concedió al Hijo el tenerla,
27 y le dio autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre.
28 No se admiren ustedes de lo que estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz
29 y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien, para una resurrección de vida; los que obraron el mal, para una resurrección de condena.
30 Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Conforme el Padre me dicta, así juzgo. Mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mis deseos, sino según los deseos del que me ha enviado.
31 Si me presentara como testigo de mí mismo, mi testimonio carecería de valor.