7 Al ver Jesús que los invitados escogían para sí los puestos de honor en la mesa, les dijo a modo de ejemplo:
8 — Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que entre los invitados haya otro más importante que tú
9 y, cuando llegue el que los invitó a ambos, te diga: “Tienes que dejarle el sitio a este”, y entonces tengas que ir avergonzado a sentarte en el último lugar.
10 Al contrario, cuanto te inviten, siéntate en el último lugar; así, al llegar el que te invitó, te dirá: “Amigo, sube hasta este lugar de más categoría”. Entonces aumentará tu prestigio delante de los otros invitados.
11 Porque a todo el que se ensalce a sí mismo, Dios lo humillará; pero al que se humille a sí mismo, Dios lo ensalzará.
12 Dirigiéndose luego al que lo había invitado, le dijo:— Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, a tus hermanos, a tus parientes o a tus vecinos ricos, porque después ellos te invitarán a ti y quedarás así recompensado.
13 Por el contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.