8 Y, echándole mano, lo asesinaron y lo arrojaron fuera de la viña.
9 ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? Llegará, hará perecer a esos labradores y dará la viña a otros.
10 ¿No han leído ustedes este pasaje de las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, se ha convertido en la piedra principal.
11 Esto lo ha hecho el Señor, y nos resulta verdaderamente maravilloso?
12 Sus adversarios comprendieron que Jesús se había referido a ellos con esta parábola. Por eso trataban de apresarlo, aunque finalmente desistieron y se marcharon, porque temían a la gente.
13 Los fariseos y los del partido de Herodes enviaron algunos de los suyos con el encargo de sorprender a Jesús en alguna palabra comprometedora.
14 Vinieron, pues, y le preguntaron:— Maestro, sabemos que tú eres sincero y que no te preocupa el qué dirán, pues no juzgas a la gente por las apariencias, sino que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere*; así pues, ¿estamos o no estamos obligados a pagar el tributo al emperador romano? ¿Tenemos o no tenemos que dárselo?