40 Regresó de nuevo a donde estaban los discípulos y volvió a encontrarlos dormidos, pues tenían los ojos cargados de sueño. Y no supieron qué contestarle.
41 Cuando volvió por tercera vez, les dijo:— ¿Aún siguen durmiendo y descansando? ¡Ya basta! Ha llegado la hora: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
42 Levántense, vámonos. Ya está aquí el que me va a entregar.
43 Todavía estaba Jesús hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce. Venía acompañado de un tropel de gente armada con espadas y garrotes, que habían sido enviados por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos.
44 Judas, el traidor, les había dado esta contraseña:— Aquel a quien yo bese, ese es. Aprésenlo y llévenselo bien sujeto.
45 Al llegar, se acercó en seguida a Jesús y le dijo:— ¡Maestro!Y lo besó.
46 Los otros, por su parte, echando mano a Jesús, lo apresaron.