11 Y si en algún sitio no quieren recibirlos ni escucharlos, márchense de allí y sacudan el polvo pegado a sus pies, como testimonio contra esa gente.
12 Los discípulos salieron y proclamaron la necesidad de la conversión.
13 También expulsaron muchos demonios y curaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.
14 La fama de Jesús llegó a oídos del propio rey Herodes. Había algunos que decían:— Este es Juan el Bautista, que ha resucitado. Por eso tiene poder de hacer milagros.
15 Otros, en cambio, decían que era Elías; y otros, que era un profeta semejante a los profetas antiguos.
16 Al oír Herodes todo esto afirmó:— Este es Juan. Yo mandé que lo decapitaran, pero ha resucitado.
17 Y es que el mismo Herodes había hecho arrestar a Juan y lo tuvo encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la esposa de su hermano Filipo, con la que se había casado.