4 Pero Cristo constituye el punto final de la ley y por él restablece Dios en su amistad a todo creyente.
5 En cuanto a la fuerza salvadora de la ley, así escribe Moisés: Quien cumpla la ley, encontrará vida en ella.
6 En cambio, de la fuerza salvadora de la fe dice así: No te inquietes preguntando: “¿Quién podrá subir al cielo?” —se sobreentiende que para hacer que Cristo baje—.
7 Ni tampoco: “¿Quién bajará al abismo?” —se sobreentiende que para hacer surgir a Cristo de la muerte—.
8 Lo que dice la Escritura es esto: La palabra está muy cerca de ti. Está en tus labios y en tu propio corazón. Y se trata de la palabra de fe que nosotros proclamamos.
9 Si, pues, tus labios confiesan que Jesús es el Señor y crees en tu interior que Dios lo hizo resucitar triunfante de la muerte, serás salvado.
10 Porque se necesita la fe interior del corazón para que Dios restablezca en su amistad, y la pública confesión de esa fe para obtener la salvación.